
Lo siento por mi padre, pero por lo menos todo queda en familia.
Atlético de Madrid 2 - Athletic Club 0.
Quique Sánchez Flores deja entrever que la cúpula rojiblanca le ha ofrecido alargar su contrato con la entidad del Manzanares. Almenos eso deja entrever en sus declaraciones a Onda Madrid.
La noticia me hace reflexionar sobre varios aspectos.
Los buenos:
Los malos:
Es cierto que el equipo ha mejorado mucho en cuánto a juego y resultados, aunque tampoco era una árdua tarea teniendo en cuenta el predecesor del bueno de Quique. Nunca entendí la contratación de Abel Resino, así como la destitución de Javier Aguirre ni las tantas intentonas de otros tantos entrenadores: Carlos Bianchi, César Ferrando o Gregorio Manzano, por destacar algunos de los 33 entrenadores que han pasado por el feudo rojiblanco en la era Gil.
Dicho lo bueno y lo no tan bueno, paso a lo que a mi humilde opinión es el quid de la cuestión. Quede constancia que para mi Quique es un excelente entrenador, y seguramente persona también, pero su lugar no está en el Manzanares. Estoy harto y mi incredulidad cada vez va a más cuando veo sonar nombres de ex-madridistas ligados a nuestro presente y futuro.
No entiendo que tengamos que recurrir a un ex-madridista, de pies y corazón, para que lleve el rumbo de su eterno rival. No entiendo que tengamos que recorrer a perlas blancas como Jurado, teniendo a Koke, Keko y otros tantos en nuestra propia casa. No entiendo el mantenimiento de Pablo Ibáñez en el equipo tras reconocer su flirteo con el equipo blanco, ni las contrataciones como las del gran Rodrigo Fabri, ni la de Reyes.
Sí, Reyes ahora es espectacular, pero ya no nos acordamos del feo que nos hizo rompiendo un precontrato para irse cedido al Real Madrid y ahora besa nuestro escudo. Los pitos que recibía se han convertido en aplausos y alabanzas, pero el hecho sigue ahí.
Puede que peque de reconoroso y extremista. Quizá sí. Pero no creo que el futuro del Atlético pase por coger lo que le sobra a nuestro eterno rival. Aquí hace falta orgullo y casta y bajarse menos los pantalones.